viernes, 7 de octubre de 2011

Crónica de un Funeral Histórico

Todavía sintiendo dolor en todo el cuerpo por lo dura de la jornada, procedo a echarles el cuento de uno de los días más memorables de mi vida.

Para los no entendidos, vengo a hablarles de lo que fue todo el proceso del funeral del ex-presidente Carlos Andrés Pérez, a quién a pesar de no congeniar con algunas de sus ideas, con su forma de manejar el país o con buena parte de la gente con la que se rodeó, en el fondo respetaba por tres razones que aplastan cualquier cuestionamiento que uno le pueda tener:

1) Haber tenido la fuerza e inteligencia suficientes para derrotar a los comunistas que intentaron tomar el poder por la vía de la Guerrilla en los 60.

2) Por haber derrotado de la misma forma a los herederos de esos comunistas que derrotó en los 60’s solo que ahora estos intentaron dos Golpes de Estado al infiltrar las Fuerzas Armadas.

3) Por acatar una decisión que supuso su muerte política, como fue la decisión de la entonces Corte Suprema de Justicia de apartarlo de la presidencia por hallarle responsabilidad en un caso de Malversación.

Por esas razones, decidí ir a su funeral en Caracas, que aún cuando contemplaba recorrer un trecho largo, para despedir a este ídolo que retrasó la debacle que llevó al chavismo era un sacrificio menor para honrarlo.

Mi día empezó a las 7 am, cuando tocan a mi puerta. Al levantarme noto que esa es la hora y que me debo apurar, ya que había quedado con unos amigos en ir al sitio juntos reuniéndonos en la Parada Caracas-La Guaira de Maiquetía. En menos de media hora, me bañé, comí, me arreglé y salí de mi casa con el fin de no llegar al sitio con más retraso del que poseía.

Llegué al sitio a eso de las 7:45 am encontrándome con mis amigos Pedro y Brayann, procediendo a montarnos en el autobús pensando en que hacer, si irnos de una vez a donde se iba a celebrar la misa (Iglesia La Chiquinquirá) o ir al sitio donde velaban a CAP (Sede de Acción Democrática en El Paraíso). Tomamos la decisión de ir a la Iglesia de una ya cuando estábamos llegando a la estación del Metro de Gato Negro, por lo que podría calificarse de impulsiva esta decisión.

Luego de usar el Metro hablando mal del mundo, llegamos a Plaza Venezuela con intención de ir a la Iglesia caminando. Cuando ya íbamos por la Av. Libertador, una señora en un carro nos toca la corneta y nos dice que subamos. Nosotros, confianzudos nos montamos tranquilamente.
La señora del carro dijo que nos dejó montarnos porque teníamos las camisas de AD y que ella se confesaba adequísima, por lo cual decidió darnos la cola hasta la Iglesia, mientras iba diciéndonos que “trabaja en la Asamblea Nacional como Secretaria, pero que sin embargo ella anda resteadísima con nosotros”. Al llegar a la Iglesia, la señora nos deseó suerte y dijo que tal vez fuera al entierro.

En la Iglesia intentamos entrar, pero fue inútil pues ya estaba llena y además que iba a hacer uno que es ateo en un “templo del señor”, por lo que nos quedamos afuera viendo a la gente que llegaba, hasta que decidimos ir a la sede central de AD, que se encontraba a menos de 2 cuadras de la iglesia.

En el CEN de AD además de reencontrarnos con gente que teníamos meses sin ver, logramos conseguir unas camisas con la cara de CAP en sus mejores tiempos, el problema vino luego cuando hubo gente que empezó a preguntarnos donde las habíamos conseguido y hasta pidiéndonos que se las diéramos. Gente ladilla pues.

Decidimos quedarnos en el CEN hasta que sacaran a CAP de la misa para no tener que tolerar a la gente con su pedidera, por lo cual nos sentamos en el cafetín a ver los detalles de la misa que ocurría a unas cuadras mientras conversábamos tranquilamente.

En un momento de la conversación nos dijeron que ya nos íbamos a El Cafetal, sitio de concentración donde esperaríamos a CAP para conducirlo en cortejo fúnebre hasta el Cementerio del Este, por lo que me monté con mis amigos guaireños en un autobús repleto de adecos venidos del Estado Bolívar, partiendo así en una caravana hasta el “Este Profundo” de la ciudad que suelo ver solo en Globovisión.

En El Cafetal la cantidad de gente que veía esperando a CAP no era nada normal, jóvenes, adultos, ancianos, doñas del Cafetal, reporteros, liceístas y más estaban en el sitio en actitud casi que hasta festiva, esperando al hombre y coreando “El Hombre que camina” el “Adelante a Luchar Milicianos” y demás canciones pro-AD que de verdad me dijeron que este día quedaría para la historia.

Todo seguía normal, hasta que un momento dijeron “Ahí viene” y corrimos para constatar que una caravana de motorizados y policías precedía la carroza y el féretro, incorporándose así más gente a lo que se convirtió en una gran marcha que se prolongo por horas hasta llegar al Cementerio.

Ya en el Cementerio, decidí pararme primero en la Tumba de Rómulo Betancourt, pues el largo camino que recorrí merecía que no solo fuera a honrar a un presidente, por lo que decidí quedarme un rato rindiéndole honores, hasta que comenzó el servicio fúnebre de CAP.

No me quedé hasta el final, porque el autobús que nos llevaría a nuestras casas ya estaba a punto de salir y no tenía intenciones de seguir caminando, pero logré ver lo suficiente como para notar que Carlos Andrés a pesar de sus errores era un buen tipo querido por la gente, y que aunque no le hayan dado honores de Presidente, esos no eran necesarios pues esos honores de ayer fueron más que justos.

2 comentarios:

DINOBAT dijo...

Coño mano usted es bien jodido...

Rubén Rojas Gratz dijo...

¿De esos blogs que crees que no existen en un un país que realmente apesta y donde nadie parece enterarse? Bueno, éste lo es. Felicidades, sigue publicando.