domingo, 15 de agosto de 2010

El peo no eran los juguetes bélicos.

Desde hace unos meses ya con motivo de la campaña de la Unidad he estado caminando dándole el mensaje a la gente de lo que se quiere hacer en la Asamblea si se eligen diputados distintos a los del PSUV.

La campaña me ha llevado a distintos sitios, algunos relativamente lejanos, otros de verdad lejanos y unos que de verdad ni sabía que existían, notando aspectos de la realidad ajenos a lo que sucede en el momento en el que un candidato a la Asamblea conversa con habitantes de una barriada.

Me he concentrado principalmente en cosas como el entorno repleto de ranchos de tablas en un país petrolero, indicativo que estamos más cerca del empobrecido Norte de Brasil que de Dubai a pesar del dinero; El hecho de salir ileso de un barrio donde anteriormente decir “gobierno de mierda” era sinónimo de inicio de la competencia de esquive de botellas; Y como ese hecho muchos más. Pero hay uno de esos hechos ocurridos en una de tantas barriadas del estado donde vivo, que de verdad a pesar de que han transcurridos meses todavía me ronda la cabeza.

Estaba caminando con el grupo de gente de los partidos y los candidatos y mientras estos candidatos tenían una conversación con algunos habitantes de la barriada, noto como al lado mío pasan corriendo dos niños de aproximadamente 8 o 7 años de edad uno de ellos con un pedazo de cartón y el otro con una botella de plástico aplastada. Pero lo que me llamaba la atención no era lo que tenían en sus manos, sino como lo usaban.

Resulta que los dos niños acababan de ver a otro que se estaba escondiendo en un terreno baldío al otro lado de la vía, por lo que al verlo atinaron a decir en medio de su juego:

Niños: Plo, plo, tírate al piso que te maté.

Posteriormente caí en cuenta de que estaban en medio de un juego bélico gracias a su poderosa imaginación que hacía ver a sus pedazos de cartón y botellas de plástico aplastadas como armas mientras el ojo poco imaginativo de un adulto se confundía pensando en otro uso absurdo. Lo que me hizo llegar a la mente miles de cosas que creo que expresé ligeramente en un viejo post.

Al volver a la realidad noto una vez más que a pesar de que el gobierno tanto publicitó los intercambios de ametralladoras de juguetes por pelotas (al más puro estilo de Tío Simón en “Muchacho dame esa china”) se les olvido pasar por alto que aunque expropiaron las armas nunca podrán expropiar el recurso más poderoso que tiene cualquier persona para escapar de la realidad como lo es la imaginación.

Porque los idiotas del PPT pensaron con esta ley al estilo del tipo que al encontrar a su mujer engañándolo con otro en su sillón en lugar de deshacerse de su esposa, se deshace del sillón. Pues en este caso el sillón eras los juguetes bélicos y la mujer es la violencia y sus manifestaciones, que son lo que hacen que los niños hoy jueguen un pequeño juego inocente y mañana se conviertan en delincuentes alejándose de su imaginación.

Pero claro a quienes promulgaron esta ley, prefirieron dejarse llevar por su espíritu fascista y prohibir las herramientas del entretenimiento, más no el ideal del mismo, continuando los niños jugando a los disparos imaginarios mientras ellos se jactan de los pocos (porque son hasta ineptos incautándolos) juguetes incautados.

Y mientras tanto vamos a entretenernos viendo a los niños usando pistolas de cartón mientras decimos una vez más: Ley Para la Prohibición de Videojuegos y Juguetes Bélicos, mis Bolas

2 comentarios:

Roosevelt Gordones dijo...

totalmente de acuerdo!!!

si esa ley de mierda hubiese servido para algo, los indices de asesinato por arma de fuego hubiesen bajado, pero ya vimos que no fue así.

igualmente, esa es una ley de adorno, porque como buen usuario de video juegos, aun voy a mi proveedor de juegos de costumbre, compro mis juegos de guerra, plomo y matazón y disfruto de ellos... mis hijos los ven, pero yo les explico y les condiciono su uso...

creo que eso es mejor que cualquier ley del mundo...

excelente post!

http://gordonesroo.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Escribes como Dross, sólo que él es 100 veces mejor que tú.