jueves, 24 de marzo de 2011

El Otro Día fui a la FILVEN

Me enteré de la apertura de esta feria un mes antes, cuando un profesor chavista que tengo nos lo anunció antes de terminar la cuarta y última clase del semestre con él. Como ya conocía esta clase de eventos pues asistí a la que se realizó por noviembre de 2009 en el Parque Los Caobos decidí asistir, ya que la fecha en la que esta se está dando yo ando de vacaciones y no tengo ninguna excusa para no ir, hecho que fue lo contrario en la que ocurrió en noviembre de 2010, donde por causas relacionadas a la universidad estuve ausente.

Tenía pensado ir el lunes, pero no pude ir gracias a la afluencia de personas y la lentitud de los cajeros en una entidad bancaria donde fui a realizar diversos trámites de poca importancia para el relato. El hecho es que decidí que el martes era el día, ya libre de trámites bancarios y universitarios que impidieran realizar mi cometido: Ir a la feria encontrar libros buenos y baratos y en general divertirme un rato escapando del aburrimiento de las vacaciones hogareñas.

Empecé mi recorrido caminando por los stands ubicados en la antigua sede del Ateneo de Caracas hoy convertida en un centro universitario oficial de dudosa calidad llamado UNEARTES, donde llamaron mi atención puestos como los de la Editorial Planeta que tenían libros de reciente publicación y también uno que otro libro de moda (Ejemplo: los de Stieg Larsson). Llamó mi atención ver que en este mismo puesto vendían el libro de Antonio Salas, El Palestino. Una pequeña nota de pluralidad en una feria llena de banderas de Cuba y retratos del Che Guevara.

En la misma área se localizaba un stand que era básicamente el paraíso de cualquier otaku al poseer toda clase de historietas japonesas junto a buena parte de la obra de autores angloparlantes como Frank Miller (300, Sin City y The Dark Knight Returns) y Alan Moore (V for Vendetta y Watchmen).

En estos stands a pesar de la calidad de su obra no pude comprar nada, a causa de haber ido a la feria con un capital de cerca de 55 Bs F. mientras que los libros que vendían en dichos sitios no pasaban de los 150 Bs F. y solo ofrecían (al menos en el caso de Planeta) 20% de descuento. Mala suerte, seguí caminando.

Luego de los pocos stands instalados en el Ateneo, decidí cruzar el charco hacía la parte más espaciosa y por ende más interesante de la feria: El Teatro Teresa Carreño, espacio en el que fui recibido de manera digamos cordial: Me regalaron al entrar un ejemplar del órgano oficial de la Alcaldía de Jorge Rodríguez y Cía.

No tenía pensado hacer un post sobre este recorrido hasta el momento en que llegué al sitio donde realmente iniciaba la feria, donde me recibió un vehículo de RNV transmitiendo las palabras del “líder máximo de la revolución-comandante-presidente-Premio Gadafi de la Paz-Sol del Siglo XXI-Novio de la Madrina” y al intentar ignorar este, me encuentro con el gran Stand del Ministerio de Cultura y justo a su lado el del Alba, cuyos contenidos me hicieron pensar que los posts del blog Panfleto Negro a cargo de Sergio y John Manuel Silva sobre esta misma feria no son nada exagerados sino más bien una realidad aplastante.

Inicio hablando del Stand del Minpopo de Currrrtura, el más grande de la feria y con más variedad, que al momento de entrar se encontraba con muy poca gente a pesar del espacio. A pesar de todo el sesgo político implícito en este sitio (Gente vestida de rojo, uno que otro afiche de Chávez, etc.) es uno de los mejores debido a la obra que se puede encontrar aquí a precios bajos, desde novelas clásicas latinoamericanas editadas por Monteávila (Rayuela de Cortázar, País Portátil de González León, entre otras) libros de historia viejos, la colección completa de la Revista Memorias de Venezuela y libros de poesía crítica de tipos que hoy día son incapaces de criticar como en antaño por estar en las cúpulas (say Tarek William Saab).

El del Alba como mencioné, era la vaina más inútil y tenebrosa que había visto hasta ese momento, lleno de banderitas de países de la alianza bolivariana y full de libros y revistas alabando las dotes del líder cubano, el Che Guevara y demás esperpentos de la izquierda quemada de las Antillas. Huí por la derecha.

Seguí con Vadell Hermanos, donde lo que encontré fue mayormente libros que ya leí o que ya tengo en casa. Una buena opción para estudiantes universitarios que necesiten con que entretenerse.

En Biblos-Siglo XXI me decepcioné al pensar que como casa editorial argentina iba a ofrecerme algo bueno. Resultó ser una editorial argentina para hacerle creer a ingenuos europeos que “la solución para América Latina son los gobiernos chavistas que nos salvaran de las garras del capitalismo neoliberal”.

Justo al lado de esta, se encontraba el Stand del Correo Del Orinoco, donde unas anfitrionas lo único que hacían era regalarte todo lo que encontraban. Me regalaron un ejemplar del diario, un pliego de afiches de Chávez y un “8 pack” de libritos de historia con la “versión revisada” de la historia de Venezuela.

Los siguientes dos Stands eran los de Nelara Editores y D.H. Libros, stands que parecían siameses, pues lo que tenían era lo mismo: Enciclopedias, Mapamundis y La Biblia. Poco interesantes y muy caros.

El Stand del Gobierno del Distrito Capital, era como el del ALBA, pero más heavy, por un momento me dio miedo de entrar, pues al ver tantas mujeres feas vestidas de rojo con uniformes de la institución no pude evitar acordarme de las Doñas de Septiembre. En general lo mismo de siempre: Mierda prochavista sobre Fabricio Ojeda, el Che, el 27-F y libros de poesía de algún chivato del gobierno.

Luego de danzar por otras editoriales gobierneras de contenido similar, llegué a una que me causó curiosidad sobremanera. Identificada como Centro de Intercambio Cultural Iraní, estaba llena de libros coránicos y afiches de Ahmadinejad y el ayatolá Khomeini. A pesar del miedo pude entrar y observar que no tenían un solo libros de político de importancia, todo se reducía a su mierda de religión.

Curiosamente más adelante encontré un pabellón identificado con Turquía, el cual padecía del mismo problema del de Irán pero más acentuado al ser este el país islámico más desislamizado. Pues en este Stand de la nación de Kemal Ataturk y Orhan Pamuk, solo había libros coránicos, nada de historia de esta nación ni libros sobre el curioso fenómeno electoral del partido de Democracia Islámica AKP que actualmente gobierna ese país. Una decepción del tamaño de la extensión de esa nación.

Al final de recorrer todos esos sitios terminé comprando en stands de libros usados los Cuentos Grotescos de José Rafael Pocaterra y un libro de Alán García en sus tiempos de diputado por el APRA que me pareció una aguja de socialdemocracia en un inmenso pajar de Fascismo Bolivariano. También en el del Minpopo de Cultura volví a entrar para comprar un libro sobre protestas estudiantiles en los años 80.

Los Libros en Cuestión.

A mis lectores les digo que vayan a la Feria y pasen por los Stands de los que les hable bien, aunque si no me creen todo lo que escribí, pues váyanse al Stand de la Fundación Federico Engels para que sus ojos sangren mientras se anotan para una rifa de El Capital.

Con Amor, Javier.

P.D.: Vayan a los Stands donde hayan libros usados. Yo lo hice y solo gasté 55 Bs F.

2 comentarios:

Mauricio dijo...

Periodismo de guerra sin duda.
Wtf lo del stand de Irán.
Y que mediocre lo de Alan García.

don pepín dijo...

Casi me dormí con tu artículo pero lo leí todo al notar cómo te manejas en el tema de libros y autores. Sin embargo lo de los libros usados no es tema nuevo. Yo sin caminar tanto y sin necesidad de traumatizarme con locos disfrazados de Santa Claus, me doy un paseíto de una cuadra justo debajo del puente "Fuerzas Armadas" y con poca plata compro mucho y puedo 'jurungar' todo lo que quiera (en cuanto a libros ¿no?). Hay de todo y con un poco de suerte puedes hallar auténticas antigüedades de colección. Una vez compré uno de poesía francesa cuya edición era de 1915 y en otra ocasión vi un poemario de Alfonsina Storni de más o menos 1930, pero por andar dudando no lo compré y luego no lo vi más.
No le pares a las ferias "mesmas", en el fondo tú sabes lo que persiguen.