martes, 23 de diciembre de 2008

Maldito Hallacazo.

Me despierto con una de las peores resacas que he tenido en mi vida, si está resaca no es la primera en la lista por lo menos debe de estar en el top ten. Luego de despertarme me doy cuenta de que lo único que hay en mi casa son botellas de cerveza regadas por el piso cuya procedencia es muy obvia que ya la sé, pues yo fui quien las compré.

Como lo único que hay son botellas de cerveza, me pongo a pensar, ¿Y ahora que como yo?, por lo que me pongo a buscar algo en las alacenas y al ver que apenas revisando me cansé, es obvio que para cocinar mucho menos tengo fuerzas para cocinar, hallo la solución a mis problemas cuando mi hermano me dice que compre arroz chino dado que el también tiene ganas ni fuerza suficientes para cocinar.

Luego de comprar el arroz que me matará el hambre, me dispongo a comerlo para quitarme rápidamente la rasca que me tiene totalmente aturdido. A pesar de lo buena que estaba la comida, dejo un poco para comérmela en la noche, pero cuando me dispongo a acostarme a leer y relajarme, oigo el sonido que marca el comienzo de mi odisea maldita del viernes por la noche: El Teléfono.

Atiendo y resulta ser mi mamá, quien me dice que entre las 5 y las 6 tengo que ir a buscarla a casa de mi tía en Catia La Mar, es decir ir al otro lado del estado, más poblado y por ende más feo, y no me queda otra cosa que decirle más que iré, porque a pesar de que para inventar excusas soy un as, en este momento me quede seco y no tengo ninguna manera de librarme de este martirio que es tener que asistir a un hallacazo con mi mamá y mis tías.

Por suerte son las 3 de la tarde todavía por lo que me queda tiempo para pensar si me lanzó una excusa toda chucuta y poco efectiva o si me pongo en este tiempo a leer idioteces mientras espero que se hagas las 6 para buscar a mi mamá que seguramente me pondrá a cortar pabilos y lavar hojas que me dejarán un horrible perfume de hallaca por todo el mes.

Me pongo a leer y a escuchar música mientras espero que se haga la hora fatídica, por suerte para mí los minutos pasan lentos mientras me pongo a pensar en la horrible tortura que me tocará en unas pocas horas, pero mejor me pongo a concentrarme en el libro para ver si la ansiedad se me pasa en unos cuantos capítulos.

Luego de que la ansiedad se me pasar un poco, me doy cuenta de que se han hecho las 6, por lo que me dispongo a vestirme y avisarle a mi hermano que me tengo que ir, pero él se atreve a decirme:

Hermano: ¿A Catia La Mar? ¿Ahorita? Te va a agarrar tremenda cola e irás a llegar a las 7 y media de la noche a esa vaina.

Oigo sus palabras y me dispongo a irme, pero al llegar a la parada, observo que todos los autobuses están llenos, y en el peor de los casos con reggaetón a un volumen destruye oídos. Al ver eso me dispongo a esperar otro autobús, pero como nunca falta un pero, siguen llenos por lo que me dispongo a montarme en un autobús lleno, pero afortunadamente sin reggaetón.

Voy parado en la parte de atrás del autobús, y cuando termino de darme cuenta donde estoy, resulta que estoy en un autobús lleno de tukkys que pareciera que me fueran a atracar en cualquier momento, cuando estoy a punto de decir ya Javier fuiste asaltado y ya no puedes decir que nunca te han asaltado, por fortuna llegamos a una parada y una buena parte del contingente de tukkys se han bajado, dejando asientos libres que aprovecho para poder sentarme y viajar sin más preocupaciones que el resto del contingente de la tukky army que aún me anda mirando raro.

Cuando llegamos a las cercanías del aeropuerto, el conductor del bus se dispone a dar la vuelta al notar que frente a él había una cola infernal, razón por la que recuerdo las malditas palabras de mi hermano que ya me había dicho de la imposibilidad de ir a Catia la Mar sin encontrarse con una cola un viernes por la noche de diciembre.

Cuando el autobús da la vuelta, el resto de la tukky army se baja razón por la que el autobús queda casi vacío y yo puedo quedar más tranquilo y sin la sensación de que mañana apareceré en la última página del periódico de Díaz Rangel, por lo que me dispongo a calarme la cola escuchando a Linkin Park tranquilamente.

Para ahorrarles la ladilla de la cola que me tuve que calar, mejor les digo que después de 1 hora logré llegar a casa de mi tía. Altamente cansado me senté y apenas intento ponerme a leer periódico, mi mamá me manda a lavar hojas y tengo que hacerlo porque no pude inventar una jodida excusa para zafarme de este problema.

Cuando terminé de lavar las hojas, me puse a leer el periódico, para ser inmediatamente interrumpido por mi tía que como cualquier tía fastidiosa se pone a preguntarme las mismas vainas de siempre, es decir, ¿Cómo va la universidad? ¿Tus hermanos? Y toda la habladera de paja que eso implica.

Luego me pongo a cortar pabilos, que a pesar de todo es una buena actividad porque me imagino que los pabilos son cabezas de tukkys o mis tías ladillas, lo que hace que mi mamá me diga que ya está bien por hoy, que por los corte bien rápido y me felicita, ay mamá, si supieras la verdad detrás de mi velocidad cortando pabilos, no me felicitarías mucho.

Afortunadamente ya me dejaron en paz, ¿o no? Porque ahora mi mamá se dispone preguntarme cada quince minutos si quiero hallacas, por lo que al final, hastiado de su fastidio y además con hambre, se la acepto y compruebo que ese dicho navideño de que la mejor hallaca la hace mi mamá, no es más que una falacia.

Pero si ustedes creen que ha pasado lo peor, pues todavía es que esto está empezando, porque en luego de pasar cerca de una hora evitando las conversaciones de mi mamá y mis tías, se me apaga el mp3 porque me quede sin pilas, y no me queda más remedio que escuchar estas conversaciones de viejas proactivas que me están haciendo enojar con su habladera loca.

Luego mi mamá me dice que nos vamos, pero, primero tenemos que dejar a mi tía en su casa, por lo que aún en el carro tengo que seguir calándome la misma habladera que me tuvo al borde de la locura durante 2 horas seguidas.

Cuando dejamos a la tía en su casa, me pongo a pensar que ya por fin este día se acabo, ya no tengo que comer las horribles hallacas de mi mamá sino hasta el próximo año y lo mejor es que me podré comer el arroz chino que deje en la nevera justo para este momento especial.

Y cuando abro la puerta y entro a la casa lo primero que observo es a mi hermano comiéndose el último camarón de mi arroz, y diciéndome:

Hermano: Disculpa, es que tenía hambre y no había más nada.

Justo a tiempo para que mi mamá, en un gesto que no sé si es de compasión o de odio, se atreve a decirme:

Mamá: Tranquilo, comete una de mis hallacas.

Lo que me pone a pensar que de verdad este mundo me odia.

6 comentarios:

Antonieta H. dijo...

hola, te venia leyendo desde hace unos días, y nunca había comentado y ahora que veo capaz y este comentario no es publicado.
con respecto al post ERES UNA RATA PELUDA jajaja primera persona que escucho decir que la mejor hallaca no es la de su mamá, pero ciertamente hay cada hallaca mala por el mundo, y lo de las preguntas típicas de los familiares una ladilla ¿cuando te gradúas? y si estas en la tesis ¿cuando terminas la tesis?

saludos y Venezuela si apestaaaaaaaaaaaaaa!!!!1

Profeballa dijo...

FEliz Navidad! Se y todo lo mejor para ti y tu familia!. Pàsalo bien.
Profeballa
http://Venezuelaysuhistoria.blogspot.com

Ram dijo...

Ehh,

Desmentido el mito "Las mejores hallacas son de mi Ama'"

Ciertamente el mundo conspiraba contra ti, Tukkis , Reggaeton, Colas, Hallacas, +Más Tukkis. Uff

Por ahí leí unos post tuyos y creo que este es mi primer comentario.

xD

Rosángela dijo...

Chamo, muy bueno tu blog,llegué a través del blog de Euchy y no pude dejar de reirme al leer tu historia del hallacazo, sobre todo porque hoy 25 casi en ninguna casa se cocina y se comen hallacas recalentadas, y si recién hechas no te gustan no quiero imaginarme tu reacción si hoy tu mamá te ofreció más hallacas.
Por otro lado, si yo viviese en el Estado Vargas, viviría con la piedra tan afuera como tu, las colas por esos lares son sencillamente inmamables, pero las de Catia La Mar se llevan el premio.

Leo dijo...

Jajajaajajaja que risa con este blog. Pana de verdad ese cuento de las hallacas está muy bueno. A mi lo que me pasó es que toda la puta ropa se impregnó con el olor del guiso, y encima a mi no me gustan las hallacas xD.

UnA Fi$G0N@ dijo...

Me encanta t� blog y tu forma irreverente de escribir.. tienes tanta razon pero lo que me gusta es la forma como lo expreas .. me encantas