Al Hijo de Puta del Fiat Uno Amarillo.

Es viernes en la noche, y luego de un día que completó una semana súper hija de puta de mi vida (una de las peores de mi historia si la calificamos), me decido a irme a la cama solo y con bastante cansancio en mi cuerpo. Luego de hacer mi ritual pre-sueño (cerrar las cortinas, ajustar los relojes para que me despierten a las 10 de la mañana, lanzar los jeans a un rincón y apagar la luz) me dispongo a acostarme cuando de repente, siento un temblor en mi cama.

En ese momento pasan por mi mente dos variables o el diablo por fin se las quiere arreglar conmigo y me está jalando las patas, o es el inicio de otro temblor más que el gobierno le achacará a Globovisión. Pero resulta que no es nada de eso porque no he observado por ningún lado al pat’e cabra ni el temblor es descoordinado, es más es como repetitivo, como un pum, pum, pum. Además en ese momento estoy escuchando como una changa balurda se cuela a través de mi ventana cuando el reloj marca las 11 de la noche, por lo que me dispongo a correr las cortinas y abrir mis ventanas a fin de observar quien es el maldito bastardo que perturba mi muy merecido sueño nocturno.

Cuando me asomo a la ventana observo el estacionamiento y después de notar que casi todo está como un estacionamiento debe estar (con los carros estacionados) observo que hay una concentración de personas alrededor de un carro encendido con todas las puertas abiertas, un carro que si no me equivoco es de donde proviene el perturbador sonido que amenaza mi sueño nocturno, un Fiat Uno de color amarillo, rodeado de personas que andan con botellas de cerveza y vasos de alguna bebida espirituosa que no logro reconocer, haciendo un escándalo casi tan similar al proveniente de las cornetas del mencionado automóvil, y entre esos cabrones escandalosos está el bastardo que hace de propietario de ese vehículo convertido en soundsystem, el hijo de puta del Fiat Uno amarillo, un fulano al que conoceremos con el alias de Barriga e’ Mero.

El mismo bastardo que una vez se andaba metiendo perico (cocaína para los que no me entiendan) en las escaleras que están frente a mi apartamento, una vez que yo venía de casa de mi abuelo. El mismo bastardo que más de una vez he encontrado orinándose las mismas escaleras donde se metió perico, dejándolas apestando y sin que le importe una mierda porque él vive en otro piso y otra escalera.

Ese bastardo es el que se cree más arrecho que yo, y además cree que tener dinero le da derecho a obligar a que el resto de la calle escuche la mierda que a él le gusta escuchar, huela el resultado de la mezcla de concreto con orine que el produce, y sobre todo crea que es el rey de la cuadra al tener un automóvil balurdo con un montón de accesorios que no compensan sus problemas de disfunción eréctil a causa de las drogas.

A ese bastardo le va este post, un anti-homenaje a su egocentrismo, sus malas maneras y pésimo sentido de convivencia, espero que te estrelles en un barranco y que te incendies dentro de tu carro, o que en un arranque de justicia poética, seas asaltado por un cuarteto de periqueros como tú que luego de dejarte meado te roben tu automóvil y te graben mientras imploras clemencia. Maldito.

(Javier Lara, volviendo luego de 3 meses de sequía intelectual)