martes, 21 de julio de 2009

La Venganza del Hijo de Puta del Fiat Uno Amarillo

Es domingo ni siquiera es mediodía, son como las 10 casi 11 de la mañana, y yo hago lo que suelo hacer la mayoría de los domingos cuando estoy en mi casa: leer los 5 kilos de periódicos que compro para entretenerme en este día.

Hasta ese momento todo está normal, es decir en el periódico salen las cosas que trágicamente uno se ha acostumbrado a ver, trabajadores de Guayana molestos porque no les quieren pagar, trabajadores de PDVSA molestos porque el ministro Ramírez dijo lo que ya estamos acostumbrados a escucharle (idioteces), Micheletti-Zelaya, madres molestas porque a sus hijos los mató (inserte cuerpo policial aquí), etc.

El problema es que en un momento siento unos temblores en el suelo como de estampida de búfalos, que obviamente son extraños porque aquí no hay búfalos; el problema es que los temblores se sienten en la sala del apartamento (lugar donde me encuentro), es decir alejado del estacionamiento donde se suele colocar uno de los peores vecinos que tengo como es el hijo de puta del Fiat Uno Amarillo, por lo que me parece extraño, ya que aunque la potencia del equipo de sonido de su porquería automovilística es bastante fuerte, no llega hasta la sala de la casa.

Alarmado por el temblor y por la pésima música (otra vez changa balurda), me dispongo a buscar una vez más la fuente aquel burdo sonido que ahora perturba mi mañana dominguera. Me asomo por la ventana de mi cuarto y observo como en el estacionamiento hay unos toldos que ocultan una serie de cornetas (conté ocho) de donde emanan el ruido y las vibraciones que hacen temblar las ventanas de mi cuarto. Me pongo a observar quienes son los responsables de colocar esas maquinas de tortura psicológica y contaminación, y noto sorpresivamente que uno de los responsables es una vez más el hijo de puta del Fiat Uno Amarillo, Barriga e’ Mero.

Yo pensé, no verga este maldito me leyó y me descubrió, y ahora por eso me piensa aplicar está tortura psicológica sacada del manual de técnicas de coacción de la CIA o la Stasi, y yo en medio de mi desesperación empiezo a sentirme como Manuel Noriega en la Nunciatura Apostólica, sólo que en lugar de serme aplicado Heavy Metal (que posiblemente no me molestaría), me están aplicando un popurrí de temas de Don Omar, Wisin y Yandel y La Factoría con el sólo objetivo de que abandone mi casa y me vaya a vivir a orillas del Guaire.

Cuando ya estaba decidiendo que ropas y objetos poner en mi maleta para huir cuanto antes del infierno terrenal que han creado frente a mi edificio, noto que el objetivo no es expulsarme de mi hogar, al advertir, que el cabrón de Barriga e’ Mero junto a su parranda de secuaces hampones están armando un colchón inflable para que los carajitos jueguen, siendo este el momento en que caigo en cuenta de la realidad.
Resulta que la junta de condominio tenía planeado hacer una fiesta infantil para celebrar toda esa cuestión del día del niño, pero al parecer la gente del condominio es bien bruta, pues les dio por dejar a cargo del sonido a un individuo como este, un hombre al que los nazis y los bolcheviques rusos habrían querido para sacar información de sus enemigos usando técnicas novedosas de tortura, como la que me está aplicando a mí y a todos los habitantes del edificio haciendo temblar ventanas, el suelo y todo lo que está en mi casa.

Al notar esto intento concentrarme y aislarme mentalmente, como suelo hacer cuando me monto en un autobús con vallenato todo el camino de La Guaira a Caracas o viceversa, pero no es lo mismo, en un autobús de esos las vibraciones no te mueven las ventanas ni el sonido es tan desorbitante como este que atormenta mis pocos vestigios de salud mental.

Me doy cuenta de que no puedo seguir leyendo el periódico e intento conectarme a internet, pero es peor porque la computadora está justamente del lado más cercano a la zona de donde proviene el ruido, teniendo que irme también y buscando otras alternativas para aislarme mentalmente y olvidarme de este intento de homicidio que pretende hacer el bastardo con sus ocho cornetas.

En ese momento veo la solución, ponerme a jugar en la computadora Call of Duty, un juego que me calma siempre que necesito descargar mi estrés, y en ese momento cuando me coloco en la piel de un soldado norteamericano luchando en Francia, me imagino que el soldado a quien he baleado y tengo en el piso levantándose esperando que le dé el tiro de gracia es Barriga e’ Mero y que el objetivo de la misión no es destruir las baterías antiaéreas sino las ocho cornetas custodiadas por sus huestes que disfrutaré mucho verlas explotar por mis explosivos plásticos.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Chamo, pana! te comprendo...
mis condolencias por tener un vecino así.

ardi! dijo...

He llegado a la conclusión que uno de mis vecinos malditos es sordo (Desgracia o Fortuito). Creo que ayer el maldito de abajo se inscribió en clases de Piano, y aún cuando no me atormentó con Bob Marler Remix, estuve dos horas escuchando como se equivocaba, y tocaba escalas sencillas: DOS HORAS! Creo que el desgraciado conectó el teclado a una corneta de Discoteca porque no puedo entender. Eso, o que mis paredes están hechas de cartón.

Ananda dijo...

Si, vale que ladilla es el ruido, y que ladilla la gente que no se da cuenta de que ladillan, y que casualidad que siempre lo hacen en las horas más inoportunas.
Pero así es este país, la mayoría se crea ruido para no escucharse a sí mismos y comprender que son unas "cagadas", o que al menos su vida lo es.
Celebremos el silencio (y no precisamente la zona populosa de Caracas)

Daniel González dijo...

bueno viejo... yo aparte de jugar call of duty, toco batería. yo uso unas gomas para reducir el ruido. pero apenas la gente del edificio de al lado, cuyo salón de fiestas es al aire libre, empieza a exagerar con el volúmen o no respetan los horarios, pues quito las gomas y toco un par de canciones de dream theater o avenged sevenfold con doble pedal "trancao"

Devil with the black dress on dijo...

Me he dado cuenta, sin mucho esfuerzo, de que tienes problemas de ira. Te puedo sugerir que hagas yoga o algo de meditacion. Sirve bastante para la ansiedad y otras emociones "abrumadoras". Sino, tambien puedes buscar una almohada grande y golpearla hasta que te canses.

javier lara dijo...

Anónimo del 21 de Julio: Gracias por la comprensión y la visita.

Ardi: Interesante, ahora tus vecinos no sólo escuchan música mierda, sino que tambien la hacen. ¿Eso se considerará evolución o involución?

Ananda: Interesante planteamiento no lo había pensado, probablemente barriga e' mero en el fondo es un miserable que para huir de esa calificación cree que se puede esconder detrás de unos altoparlantes.

Daniel González: Hablando de batería, en estos días descubrí que uno de mis hermanos tiene una el problema es que está desarmada. ¿Será que la armo y compro unas baquetas? Quien sabe si al final logre o vengarme de barriga e mero y atormentarlo, o convertirme en una versión veneca de Dave Grohl o Peter Criss.

Devil Black Dress: ¿Ira? ¿Yo? No vale, si más bien soy tranquilo, y eso del yoga no me gusta, prefiero comprarme un montón de juegos de guerra para mi Pc (como Battlefield 1942)y seguir escribiendo, es más barato y más divertido

no soporto a la gente dijo...

La gente desconsiderada como esta, como cada vecino que se mete sonoramente en la vida ajena, merece el Mal.

nicoman dijo...

Seguro que trimaldito barriga e bagre es familia del macaco que tengo por vecino y que nos atormenta frecuentemente con su amplio repertorio de reggeton...PD: también tengo esa obsecion de explotarle el cerebro con una bala a semejante malviviente...