lunes, 5 de octubre de 2009

La Regla del Kino y mi Regla de los Tres Años.

En Venezuela, a uno que es hombre y que se ha pasado en sus ratos de ocio durante la adolescencia (casi toda la adolescencia) hablando con amigos tratando de descifrar como carajo llevar a la cama a cualquier mujer, siempre en esas oscuras disertaciones con licor barato de por medio se logra alcanzar la definición de teorías sobre el comportamiento humano y más en específico, el femenino.

Una de esas teorías que he venido escuchando más o menos desde que estoy en 7mo grado, ha sido la famosa y ya clásica del Kino Táchira “Las Mujeres son cómo el Kino, a partir de 12 paga”, es decir, para aquellos amigos que no me han entendido, que de acuerdo a esta concepción machista y tolerante a la pedofilia, si la mujer tiene 12 años ya te la puedes tirar. No es que yo sea un paladín de la moral (los que leen este blog saben que yo soy alguien políticamente incorrecto), ya que yo considero que si unos adolescentes (digamos que los dos tienen 13 años) están con ganas, tienen métodos de protección a la mano para evitar que cometan una estupidez y de verdad quieren hacerlo, pues están en su legitimo derecho.

Con lo que yo no estoy de acuerdo, es con que un coño de 22 años, ande con una carajita de 12, es decir, que asco, eso creo que en algunas leyes se le conoce con un nombre y es hasta penado por lo ley (como es que se llamaba el delito, ah estupro), pues si nos ponemos a pensar, por esa vaina es que a Roman Polanski lo quieren meter preso en Estados Unidos.

Esta regla está tan arraigada en este pedazo de tierra llamado país, que es hasta bien visto, yo me acuerdo que más de una vez cuando estaba en el liceo (estamos hablando de 7mo y 8vo grado) veía como alguna compañera de clases al salir de las puertas del colegio donde yo estudiaba salía corriendo en dirección hacia un centauro moderno de esos que pareciera que no se bajan de la moto ni para cagar, con una apariencia que me colocaba a mí como Brad Pitt al lado de Joselo (que sería este tipo) y lo peor de todo es que la carajita salía corriendo directo a besarse de la manera más asquerosa posible, haciéndose más asquerosa al notar que la carajita máximo tenía 14 años y el fulano tenía como 25.

Lo peor de todo no es este acto de pederastia controlada, es lo que ocurría después, ya que esta carajita según recuerdo salió preñada y lo último que supe de ella es que está criando a su carajito sola, ya que su balurdo marido la botó por otra carajita de 15.

Conforme yo fui creciéndome y notando lo asqueroso que se veía un treintero haciendo sebo con una quinceañera yo en mi naturaleza de códigos autoimpuestos, cree mis propias reglas con el propósito de evitar ser como esos malditos tukkys generadores de pobreza, para evitar ir a prisión y además para tener mi conciencia limpia, me coloque como limite la regla de los tres años.

¿Y que es está regla de los tres años? Se preguntarán ustedes, pues es sencillamente que si yo voy a estar con una mujer tiene que tener (en el momento en que escribo esto todavía tengo 19 años) mínimo 16 años y máximo 22, es decir que puedo restar 3 años de mi edad actual o sumar 3 para no sentirme ni un asaltacunas ni mucho menos un cazaviejas, para evitar el remordimiento de conciencia que me daría si me convirtiera en uno de estos niches tukkys asquerosos que se morbosean a carajitas de 13 años como un guepardo se saborea antes de matar a una gacela africana.

Yo me establezco este método de control, porque yo no soy un bastardo asqueroso probablemente hijo del incesto de esos que tienen anhelos de homenajear a Michael Jackson haciendo lo peor que él sabía hacer, porque nunca ha sido mi estilo y además me parece que es totalmente repudiable comportarme como uno de estos humanoides casi cercanos a un primate (tal vez ellos son el eslabón perdido de la humanidad), siendo yo un ser que se la pasa criticándolos, es decir actuó como ellos no practicando lo que predico, y por esa razón es que invito a aquellos treinteros a punto de caerles encima a una pobre carajita de quince a que se replanteen totalmente su vida, y que se sometan a castración química, o mejor si quieren conservar sus bolas en su sitio, por lo menos sigan las reglas de este genio que les escribe a manera de servicio público para evitar que sigan cometiendo actos de pederastia.

2 comentarios:

@dri dijo...

Pensé que eras peor ;P

Anónimo dijo...

Javier, casi siempre estoy de acuerdo con lo que escribes. Pero hoy la cosa va más allá, porque has plasmado aquí pensamientos que están en mi cabeza desde que tengo memoria!

De chamita, me parecía una estupidez cuando otras chamitas se sentían importantes porque tenían "un novio grande". Y ahora de adulta, simplemente creo que es una cochinada!